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Hotel Heartbreak, habitación 891.

-Jo, tío -resopló, poniendo las botas encima de la mesa. Al ordenador le faltaba poco para echar humo, y él no podía mirar por las ventanas sin moverse. Cómo había acabado ahí, era un misterio. Que era muy impulsivo, decía. La cuestión es que ese día no le apetecía trabajar más. Ni esa semana. Ni, probablemente, ese mes. Total, estaba todo pagado. Con un bostezo, se estiró y bajó los pies al suelo con un golpe sordo. Observó la cama, haciendo una mueca de disgusto. No era la suya, ni siquiera especialmente cómoda. Y era una movida, porque dormía fatal. Luego, echó un vistazo al reloj: vaya, solo era la 1 de la mañana. Sin pensarlo demasiado, se puso la chaqueta de cuero y se miró al espejo. Los ojos azules le devolvieron la mirada desde el espejo divertidos recordando que había un bar en el hotel. Cerró la puerta tras de sí y bajó por las escaleras, regodeándose en el crepitar de la madera con cada paso. Al llegar al final, estiró el cuello y vio las luces tenues al final. No sabía

Bienvenidos al hotel Heartbreak.

En esta noche oscura, una vez más, os esperamos en el hotel Heartbreak, siempre dispuesto, siempre disponible. Todas nuestras habitaciones son suites, y todos nuestros invitados salen encantados. Yo soy la recepcionista, una mera trabajadora que se dedica a entretener mientras os buscamos una habitación. En este hotel, primamos la comodidad y el lujo a la hora de ofrecer nuestros servicios, pero debéis comprender que, una vez entráis, vuestras historias se quedarán aquí, por el resto de la infinidad. Al fin y al cabo, somos una auténtica joya, un lugar al que acudir desde el principio de los tiempos, un secreto que guardamos (y guardáis), sólo para aquellos que lo necesiten tanto como vosotros. Así que, si una noche oscura, en un camino casi abandonado, os encontráis con un edificio negro y un rótulo con un corazón partido, sabréis que habréis llegado. No aparecemos en buscadores ni en guías turísticas, pero seguro que estamos ahí justo cuando más lo necesites. Y si no nos llegas a