Hotel Heartbreak, Habitación 164-II.

 La larga trenza de Locke todavía estaba húmeda cuando Key logró subirle a la habitación. La sangre caía en forma de un fino hilo por su comisura derecha, dejando entrever lo que estaba ocurriéndole por dentro. Él todavía estaba sonriendo, a pesar de que los ojos e le iban cerrando cada par de pasos. En cuanto alcanzó el borde del colchón, se dejó caer encima. Rebotó en la cama con fuerza, soltándose del agarre de Key y ensuciando las sábanas de sangre.

Ella no lograba concebir lo que estaba ocurriendo. Se dirigió al baño y agarró una de las toallas, tratando de frenar la hemorragia. ¿En qué momento había empezado a salir todo tan mal? En cuanto comenzó a apretar, y vio la velocidad a la que la toalla se ensuciaba, algo dentro de ella le dijo que ya era demasiado tarde. En realidad, probablemente fuese demasiado tarde en el mismo momento en que recibió el disparo, pero seguía aguantando, aún con la tez cada vez más pálida. En silencio, Locke le dedicó una mirada de complicidad y señaló a su bolsillo, pidiéndole un cigarro. Ella negó con la cabeza, pero ante su insistencia, y observando el macabro desenlace de la situación, terminó por encenderlo y dárselo. Total, ya no iba a ir a peor.

Él dio una calada y tosió algo más de sangre. Apenas podía sostener el cigarro, aunque no se quejase lo más mínimo del dolor abrumador que debía estar sufriendo en esos instantes. 

-Siempre supe que iba a morir contigo -dijo, entre risitas-, eres la única que ha sabido comprenderme en este mundo de mierda.

-Locke, yo... Todo esto es culpa mía.

Él asintió y se llevó el cigarro a la boca de nuevo.

-Lo sé. Pero no iba a dejarte sola, ya sabes. Soy un hombre de palabra. -La miró directamente a los ojos-. El mundo era, es, y será una mierda, pero tú eres preciosa. No sé ni qué intento decirte. Estoy malgastando mis últimas palabras, me están quemando en la boca, y ni siquiera sé qué quiero decirte.

Key se acercó y se tumbó a su lado, en silencio.

-Cada vez que te vas, me siento vacío, ¿sabes? Aunque sepa que tarde o temprano, volverás a meterte en problemas y me llamarás. Esas esperas... -Cerró los ojos por un momento, con la vista ya cansada- matadoras, podría decir. Y cuando te quedas... sé que necesito irme, que me derrites por dentro. Pero cada vez que te vas... yo pienso en ti, Key, he pensado en ti cada noche, cada día y cada jodido momento. Te he visto joderla, y joderla bien, chica, hasta el punto de tener miedo. Pero, al final, parece que eso solo hace que quiera protegerte más. Al final, estoy muriéndome, y estoy viendo lo único que quiero ver.

-Locke, no. No, no, no...

Él apretó el cigarro contra la mesilla, apagándolo, y acercó su cara a la suya, dejando estampado un macabro beso de sangre en la frente de la chica.

-Supongo que debería pedirte perdón, no sé si por decírtelo ahora, dejándote así, o por no habértelo dicho antes. -Key rompió a llorar en sus brazos, ya inmóviles-. El mundo es una mierda, pero tú eres preciosa. Creo que... creo que me voy ya. Eh, cielo, deja de llorar. - Locke ya no veía. Su respiración se volvía cada vez más pesada-. Deja de creer en toda esta mierda del amor, pero créeme a mí...


Y se apagó, como el cigarro que acababa de apagar en la mesa. Y Key no le hizo caso, ni dejó de llorar, durante más horas de las que pudo contar.


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